La viuda asesina.

En un pueblo perdido habitaba en un casa una señora cuyo nombre era Rosa, esta era muy feliz, guapa y vigorosa pero al fallecer su marido Rosa fue con el paso de los años volviéndose loca, Rosa y su marido habían criado cuatro hijos. Ella muy poco a poco fue tratándolos cada vez más mal cada vez que los veía se enfadaba mucho y les golpeaba duramente. Los gritos de las pobres criaturas penetraban en los oídos, vivían en el campo por esto no se podían escuchar los gritos de los niños.

Rosa tenía dos hijos y dos hijas en orden de edad se llamaban: José, Juan, María y Ángela. En el pronóstico de la radio anunciaban fuertes tormentas y caída de granizos, iba a hacer mucho frío. Rosa le dijo a sus hijos coged machetes y hachas iremos a cortar leña al bosque, los niños sin decir nada ya tenían armados los bolsos con linternas, hachas, machetes y carne podrida por si se encontraban con algún animal.

Ya en el bosque Rosa dijo a José:

-Tu vendrás conmigo el resto de ustedes busquen leña en otro lado.

José sin decir nada cogió su bolso y siguió a la madre, cuando estaban lo suficientemente alejados de los demás la madre le dijo muy lentamente a José.

-Dame tu bolso.

El sin decir nada se lo entregó.

-Espero que entiendas lo que hago, tu padre era el único que trabajaba y sin el estamos perdidos, tu eres una boca más a alimentar y yo muero de hambre, lo siento pero al mismo tiempo, no lo lamento.

Sacando el hacha del bolso le cortó la cabeza a José, con el hacha ya bien lavada volvió con lo demás y les dijo que se lo había comido un oso será mejor que volvamos a casa. Una vez en casa cuando ya habían cenado y todos estaban acostados.

Rosa llamó Juan y le dijo

-Hazme un té.

Juan obedeció:

-Tráeme ese frasco.

Juan obedeció de nuevo.

Rosa echó en el té lo que había en el frasco y le dijo:

-Tomatelo.

Juan no entendía nada y creyó que era un pronto de su madre, así que lo tomo sin sospecha alguna. Al rato Juan calló al suelo, el té tenía cianuro.

Luego fue al cuarto María y Ángela para decirles que Juan había tenido un paro cardíaco de repente, después María consiguió dormirse pero Ángela no.

A la mañana siguiente Rosa llamo a Ángela y le dijo:

-Debes estar muy cansada como para hacer tus tareas, ¿No?.

Ángela asintió con la cabeza y Rosa la acostó en su cama y comenzó a cantarle una nana y Ángela se quedó dormida. Mientras soñaba con el coro de los Ángeles Rosa cogió un cuchillo recién afilado y lo atravesó por el corazón de Ángela. Como en las dos ocasiones anteriores fue corriendo a María y le dijo:

-Tengo que confesarte una cosa hija mía, yo fui la que mato a tus hermanos, le corté la cabeza a José, envenene con cianuro a Juan y hice que Ángela durmiera para poder atravesarla con un cuchillo y ahora voy a ahorcarte lentamente para que sufras como ninguno de tus hermanos.

Tras matar a Ángela asesinó a cinco familias más y se dice que fue ella quien mató a su marido...

                                                                   FIN

El cuento de la llorona

Esto sucedió en el mes de diciembre de 2004  el frío era más intenso, las calles estaban más silenciosas y oscuras de lo normal y una fuerte lluvia había caído en la ciudad. Roberto vivía con su mujer y su hijo pequeño de tres años en la Macarena en Sevilla. Escucho una voz mientras andaba por la calle que decía:
"Mis hijos... mis hijos... ¿Donde están mis hijos...?"

Roberto pensó que era una mujer borracha que no sabía lo que decía y siguió caminando hacia su casa. Al llegar entró a un viejo baño para lavarse la cara antes de dormir y escucho la voz con el eco del baño:
"¿Tu has visto a mis hijos...?"

Al girarse vio en el espejo reflejada la silueta de una mujer y pronto desapareció, Roberto sintió pánico y llamo a su mujer para contárselo:

-Ana he visto una mujer en el baño que me hablaba y decía cosas al oído...

-Que más quisieras, ¿Dónde estuviste?

-Te lo juro...

-Ya, bueno vamos a dormir.

Cuando ya llevaban un rato dormidos y reinaba el silencio en la habitación se volvió a escuchar:

"Mis hijos... ahí llegan mis hijos..."

Roberto se dio cuenta y dijo:

-¡Ana!

-Roberto ¿Qué es eso?

-Te lo dije yo la escuché, es real.

-¿Sabes qué? Ya me contagiaste tus nervios, debe ser alguien que no tiene nada más que hacer, ve a ver al niño no valla a ser que se haya despertado con tus gritos.

Roberto entró a oscuras en la habitación de su hijo, despacio se acerco a su cama para tocarlo, pero este no estaba ya, solo quedaban ya las sabanas extrañamente mojadas, entonces Roberto dijo:

-Ana ¿El niño esta ya contigo? porque no lo encuentro por ningún lado.

Entonces se escuchó:

"¿Tú eres uno de mis hijos...? ven... ven conmigo... tú eres uno de mis hijos... *Suspiros*"

Los padres se aterraron al escuchar estas palabras, su hijo no estaba por ningún lado, pero al parecer aquella aparición de terror lo había encontrado antes que ellos:

-¡Sueltame tu no eres mi mama! ¡Voy a llamar a mi papa! ¡Sueltame, dejame!

"Tu eres uno de mis hijos.... ven..."

-¡Roberto corre, ve a ver donde está el niño!

-¡Esta en el labadero!

Cuando el padre del niño subió las escaleras vio como era abrazado por aquella aparición terrorífica abrazaba a su hijo, vestida de blanco, con la piel más blanca que su túnica, los labios morados y sus ojos negros y sin brillo, con mirada triste pero a la vez terrorífica.

Ella lo tomo de los cabellos y lo hundió de cabeza en la pileta del labadero. Roberto quiso acercarse a ayudar a su hijo pero dela oscuridad salieron dos perros negros llenos de rabia que le impedían el paso hacia esa mujer, para salvar a su hijo. Ana gritó:

-¡Porfavor deja mi hijo, por dios te lo pido!

Dichas estas palabras como por un milagro los perros salieron despavoridos, la mujer desapareció en la oscuridad y Roberto pudo acercarse a su hijo pero ya era tarde, su hijo había muerto ahogado.
                                                             
                                                              FIN